lunes, 12 de octubre de 2009

EL ALANO NUNCA DEBE SER PROGNÁTICO


Ya publicado en mi columna 'Perros de Aquí'
en la revista 'PERROS DE CAZA' número 199 (año 2007)


La cinofilia organizada es complice del amaneramiento sin rigor que sufre esta raza hoy. He intentado reconvenir a los criadores más activos de cachorros a un cambio de estrategia en la selección más acorde con las tradiciones vinculadas a la raza. Sin éxito, más aún con rechazo, sin argumentos veraces y con malos modos. Las personas que han criado Alanos españoles en los últimos años -y aún las actuales- han desplazado el epicentro de las decisiones en la selección de la raza a la moqueta de las exposiciones caninas. Sin embargo, el Alano español es un perro de caza. La noble raza que acompañó a los pueblos caucásicos en su llagada a España ha ido de la mano de la nobleza y su principal uso secular fue la caza mayor, que en España recibe una estructura, reglamentación y ordenación peculiar llamada 'Montería'. Sin embargo no son monteros quienes crían estos perros y en las tendencias de selección prevalecen conceptos afuncionales. También faltan las herramientas para la adecuada selección hacia la caza, como perro de alcance y agarre. El estandard oficial de la raza es contradictorio y confuso; el oficioso defiende cruzados de bóxer; no se dispone de un estandard de trabajo en el alano, olvido imperdonable y quízá interesado; no hay pruebas de caza animadas por los grupos de criadores porque a ninguno interesa la vocación funcional. El resultado es que los perros de los años noventa se rifaben entre rehaleros y hoy donde más se ven es en los pisos y chalets. Las cosas irán cambiando cuando nosotros podamos desarrollar un plantel de cría depurado y en la medida de que cada aficionado se defina y defienda el alano verdadero.

El perro Alano es el perro clásico del agarre en la montería y ronda. Un animal de carácter indómito para el alcance y presa de reses en el monte. La evolución de la caza mayor organizada en España cambió en la segunda mitad de siglo la función de la rehala y los perros de presa clásicos cedieron su plaza. Durante los años finales del siglo XX, un grupo de estudiantes de veterinaria acometimos ilusionados su recuperación, a partir de 1980 con perros de base autóctona y tipo tradicional. Hasta conseguir una buena implantación nacional de la raza, con un centenar de perros en las rehalas y varios criadores ya en los años noventa. Acostumbrado yo a agarres de vacas y jabalíes, una de las vivencias más tristes que he experimentado tuvo lugar en Huelva. Manolo Jarén (valedor de esos perros chatos, de los Cuadrejones) lanzó contra un becerro bravo, un perro macho prognato de su cría, al que enseguida se le tronchó el colmillo derecho inferior, en sólo unos segundos, de raíz, con pérdida del alveolo canino y la masa ósea mandibular, con una hemorragia innecesaria. Allí mismo se acabó la vida útil del joven perro y también allí concluyó para mi interlocutor el fútil argumento de la viabilidad de los perros con prognatismo.

Ejemplares de la raza pueden verse hoy con profusión en las recovas de caza mayor. Sin embargo, el alano ha cautivado en la ciudad, como era de esperar. Inexplicablemente, son muchos los propietarios de piso que pasean su Alano por un parque. Los criadores fomentan la falsa idea de que el alano es un apacible animal de compañía. La raza está fuera de pruebas funcionales. El principal y nefando defecto de la población actual es un prognatismo casi general. El prognatismo ha transformado el tipo de los alanos verdaderos, ha debilitado el carácter de la raza, ha propiciado el cruce con bóxer, ha acortado la vida útil de los perros y le ha despojado a la raza del sitio internacional que merecería. El prognatismo en los perros de agarre condena a una vida corta al ejemplar que lo sufre. Dos acontecimientos importantes han marcado la reciente selección de la raza, posterior a la fase de recuperación. Por un lado, la publicación de dos libros: el uno bienintencionado aunque plagado de errores y el otro apócrifo hasta en las fotos. El otro hecho, la publicación de un patrón racial oficial confuso, ambiguo, lleno de inexactitudes y en un lenguaje vulgar, que sumerge en la ambigüedad a cualquier aficionado. Seguramente el peor texto como estándar racial canino de los oficializados hasta hoy.

Hay esperanza de reorientar la selección. Hemos vivido un acontecimiento reciente digno de ser reseñado. Con ocasión de la exposición Especial de Razas Españolas, un numeroso grupo de alanos se sometieron al criterio de Carlos Salas. El juez es un cinólogo reconocido y participó con nosotros en la localización de ejemplares allá por los años ochenta. Tan divertido como fue encontrar al ‘Navarro’ de Sámano, me parecía a mí revisar aquella tropa entre la que yo mismo formaba con mi perro, particularmente con la perspectiva de los 27 años transcurridos. En un ring estrecho de apenas 10 X 6 convivían sin ningún grado de agresividad quince perros machos de una raza legendaria por su combatividad y territorialidad. El juez no ordenó –contra pronóstico- que ninguno de aquellos descendientes de Leoncico entrara en galope, que es el paso consustancial a la raza.. Aquel paso lánguido y ordenado beneficiaba a los numerosos perros braquicéfalos y chatos que poblaban la alfombra. En el trote, los prognáticos metían la cabeza contumaz entre sus brazuelos y tiraban torpemente hacia abajo del presentador ... Dónde estaba ese correr atlético, ese andar felino, ese trote de cabeza alta, ese necesario galope con golpe de riñón. De pronto, el juez se presentó como Clint Eastwood, vestido de blanco pálido, como jinete del cine. Con una de sus muecas en la cara y esa sonrisa del que perpetra una buena acción. Dejó solo siete perros en el ring. Lanzó un sutil mensaje, como las películas del americano: evidente para los inteligentes. El jinete pálido puso delante los únicos tres perros de boca correcta y se dirigió a ellos con claridad. Pudo haber disparado su revolver contra los cuatro prognáticos restantes, sin embargo se explicó con educación, rigor y generosidad, que a los nobles les parecieron incomprensibles y a los pillos, una bajeza. Pero el gesto estuvo allí. En un curso acelerado de apenas quince minutos, Salaswood marcó los límites de la tolerancia en la cría, dijo por dónde debe ir la selección, le otorgó la raza a uno de los dos perros concurrentes del tipo genuino, enmendó la plana a los que sospecharon favoritismos y demostró que aún hoy se puede dictar cinofilia, afición y selección desde un ring, artes olvidadas en las exposiciones desde hace años.

4 comentarios:

  1. PUTO MARICON, CONTIGO Y CON TU ESTIRPE DE CAZADORES DE MIERDA SI QUE HAY QUE TENR TOLERANCIA CERO. MUERETE HIJO DE PUTA.

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  2. Estupendo artículo, alanos cruzados con boxer que vergüenza, prognatismo cero.

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  3. Estupendo artículo, alanos cruzados con boxer que vergüenza, prognatismo cero.

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